Javier Tourón: «Estamos preparando a los alumnos para puestos de trabajo que todavía no existen»
«La escuela actual hace tiempo que está caducada. Tenemos que ser conscientes de que estamos preparando a los alumnos para puestos de trabajo que todavía no existen. Si tenemos una escuela basada en la edad en vez de en las capacidades, no vamos a ninguna parte”, afirmó Javier Tourón.
El catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Navarra participó en Orienta, encuentro de orientadores de centros educativos de la Comunidad Valenciana que organizó la Universidad CEU Cardenal Herrera y que en esta octava edición analizó el talento en el sistema educativo español. Para el doctor Tourón, un referente internacional en el estudio de las altas capacidades, “debe haber igualdad de oportunidades en el acceso a la escuela, pero no igualdad de resultados, porque eso sería considerar a la escuela una fábrica y destruiría la progresión social”.
¿Cuál es el escenario en España de la atención escolar a las altas capacidades?
Lamentablemente, muy poco. España es uno de los pocos países europeos que tienen una legislación más clara hacia las altas capacidades. En cambio, no tenemos una definición de lo que es un niño con alta capacidad, pero la normativa prevé su atención educativa. Pero la propia Administración está incumpliendo la ley porque lo que ésta prevé no se hace. Hay que entender que estamos hablando de una cuestión de grado. La gente cree que la superdotación es una realidad física, como si fuese la diabetes o la hipertensión arterial. Esto no es así. Hablamos de personas que tienen una capacidad diferente a la de otros niños de su edad y, por tanto, sus necesidades educativas son distintas. Suelen ser precoces y tienen un aprendizaje más rápido.
¿Cómo repercute esto en la escuela?
Hay que decidirse por convertir las escuelas en centros de desarrollo del talento; no de los que tienen más talento, sino de todos. Del talento, de los que tienen más, de los que tienen poco… Igual que se entiende este concepto muy bien ante las necesidades educativas especiales, no se comprende igual que hay niños que tienen un superávit respecto al currículo escolar. La Administración sigue anclada en un concepto que nadie cree, que es que unos niños son superdotados y otros no, basado en un coeficiente intelectual determinado. Es un planteamiento insostenible.
¿No existe, pues, la superdotación?
Ningún experto internacional cree esto. La superdotación es una construcción social, la manera de referirnos a las personas que tienen mayor capacidad, pero no es posible decir que uno es y otro no. En resumen, tenemos una legislación que permitiría hacer muchas cosas pero también una realidad que demuestra que esto no es así. Todo centro debería tener procesos establecidos para la valoración de la capacidad de aprendizaje de todos sus escolares y en función de esto establecer planes diferenciados. Lo que supone una Educación mucho más personalizada de la que hacemos. Pero tenemos una escuela basada en la edad y no en la competencia, que es algo que nadie cree: que todas las personas de la misma edad son iguales. Las escuelas están concebidas como lugares de enseñanza y hay que redefinirlas como lugares de aprendizaje. Esto, que puede parecer retórica, no lo es. En el momento en que la escuela prioriza el aprendizaje, el protagonista es el alumno y no el profesor.
¿Hay confusión entre superdotación, altas capacidades y alumnado excelente?
La distinción es sencilla.La superdotación es un término que hay que borrar del lenguaje porque supone una etiqueta que se tiene o no se tiene. Las capacidades, porque hay que hablar en plural, hay que entenderlas como potencial que hay que convertir en talento. El rendimiento excelente puede ser una consecuencia de la alta capacidad cuando ésta encuentra los estímulos adecuados para proyectarse en los ámbitos del saber que provocan estos resultados excelentes. Pero esto no se traduce en un determinismo porque los resultados excelentes no son exclusivos de los escolares con altas capacidades, ni éstos en todos los casos logran estos altos resultados. La escuela debe trabajar en conseguir que la capacidad se transforme en rendimiento. Los profesores, por esto, tienen que entender la importancia de lo que hacen en el aula porque la sociedad del mañana es la que está sentada enfrente de él en su clase.
Sin embargo, los estudios internacionales señalan que uno de los problemas de la Educación española es la falta de alumnado excelente. Entiendo que en cuanto a potencial de alta capacidad somos como cualquier otro país.
Sin duda, falla el sistema educativo. No tenemos alumnos excelentes porque la excelencia se ve mal. Tenemos un sistema permeado de tensiones ideológicas de carácter igualitarista que consideran que tratar a las personas de manera diferente va contra la igualdad. Pero hay que entender que la escuela está para promover la equidad, no la igualdad. Una falta de atención diferencial en las escuelas dificulta que los más capaces vayan adelante.
¿El libro de texto limita la atención de las altas capacidades, si se tiene en cuenta que son materiales elaborados según contenidos mínimos?
Es otra de las trampas porque un alumno que puede hacer más tiene que hacer más. Hoy en día, un currículo cerrado está fuera del mundo.
¿Trabajar la alta capacidad exige un cambio de metodología?
La gran aliada para este cambio es la tecnología. Casi habría que decir a los alumnos, al entrar en clase, “por favor, encended el teléfono móvil”, en contra de lo que ahora se les dice.
¿Cómo se incardina la teoría de las inteligencias múltiples?
Cuando el alumno es el protagonista de su aprendizaje, él mismo, en función de su perfil cognitivo y competencial, permite su desarrollo personal. A mí, como profesor universitario, nadie me dice qué tengo que estudiar, ni qué libros leer, ni qué fuentes consultar. Tenemos que ir hacia un aprendizaje más basado en el conocimiento a través del descubrimiento, al desarrollo de las capacidades de investigación, etcétera. En este planteamiento, el profesor es más importante porque se convierte en un guía, en un mentor.
Existe el miedo a que cuando la Lomce habla de talento, en realidad es un beneficio para el alumnado con ventaja socioeconómica.
No tiene por qué ser así. Quienes van en contra de la personalización y el desarrollo del talento perjudican sobre todo a los más desfavorecidos porque quienes tienen recursos, si el sistema no se los da, sus padres se los procurarán. No solamente no es así sino que tiene que ser lo contrario: tenemos que lograr que el impacto del estatus socioeconómico y cultural sea el menor posible sobre el desarrollo del talento. La escuela no puede ser una escalera donde los alumnos con mayor capacidad tienen que esperar al resto en los rellanos.
¿Por último, qué le parece la reforma educativa?
Dos cosas me gustan de la Lomce: la autonomía de los centros y que prevea evaluaciones, que son el mecanismo que permite optimizar el sistema; lo cual permitirá asignar recursos allá donde hagan falta.
Por Pablo Rovira
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